Como
dijo Saramago
el
techo tiene mucho que opinar.
Sed
de inspiración,
sed
de opinión.
Y
no.
No
importan laborales tareas
o
una comida exenta de salud.
No
importa
si
tanto tiene que decir
tanto
que escuchar.
Pero
no.
El
techo no tiene nuestro tiempo.
Nos
envolvemos en tráfico,
neveras
que no cierran bien,
ordenadores
que dejan de funcionar,
en
miles de “llego tarde”,
en
excusas para no decir la verdad,
cargas
y cargas innecesarias,
en
melancolías que ahogan un presente,
fabadas
de fin de semana.
Pero…
¿y el techo?
¿Y
si pasamos por esta vida
sin
prestarle un escueto momento?
Línea tras línea cada vez mejor.
ResponderEliminarY curiosa relación con el techo.